Isidro Fainé fue el encargado de abrir la sesión de clausura de esta vigésimo segunda edición del Congreso de Directivos CEDE, y lo hizo explicando que el entorno en el que se mueven hoy en día las empresas “se caracteriza por dos elementos bien incómodos: la complejidad y la incertidumbre, que lo más probable es que vayan a más en el futuro. Ambos factores nunca habían estado presentes con tanta intensidad como ahora. La velocidad de los acontecimientos se ha acelerado, y las interdependencias entre países, sectores, empresas y personas cada vez son mayores. Los factores de incertidumbre que acechan al entorno empresarial global y español de nuestros días son diversos”.
En opinión de Fainé, la transición energética a nivel global avanza demasiado despacio como para frenar el cambio climático. Y esto tendrá repercusiones poderosas en sectores muy importantes para la economía española como son el turismo, la agricultura o las aseguradoras, entre otros.
“Otro factor que resultará transformador para multitud de empresas es la evolución demográfica. El curso de acción apunta hacia un envejecimiento gradual y un cierto declive del tamaño total de la población, particularmente en Europa. Estas fuerzas demográficas están transformando los mercados donde operan nuestras empresas”.
“El mercado de trabajo –continuó- también está mutando con consecuencias diversas como son la escasez de ciertos perfiles de trabajadores; la dificultad para atraer y retener el talento joven; y el reto de alargar la vida profesional de los profesionales senior”.
Para el presidente de la Fundación CEDE es importante tener en cuenta los flujos migratorios y el contexto en el que se mueven, que no es otro que el marco de las relaciones geopolíticas a nivel internacional, que son cada vez más inestables y turbulentas. “En cuanto a las dinámicas políticas dentro de Europa y España, los cambios en las preferencias políticas de los votantes y en los equilibrios parlamentarios afectan al clima general de los negocios, la regulación de los mercados y el sistema tributario”.
“Ante la incierta realidad política global nuestro cometido como directivos pasa por anticiparnos a los distintos escenarios posibles, dialogar y negociar de buena fe con los reguladores y autoridades económicas y reaccionar con agilidad y rapidez, buscando siempre lo mejor para la empresa y para el conjunto de la sociedad”.
Fainé sostiene que la revolución tecnológica que vivimos es otro factor dominado por la incertidumbre. “Lo único que parece seguro es que seguiremos viendo innovaciones de manera continuada, en algunos casos con descubrimientos trepidantes y disruptivos, como por ejemplo la Inteligencia Artificial Generativa, que algunos expertos consideran la revolución del siglo XXI”.
“Existen también factores de incertidumbre, que son eventos que nos cogen por sorpresa, como por ejemplo la gran crisis financiera de 2008, que se llevó por delante un gran número de bancos, la propagación de la pandemia de la Covid en 2020 y, a otro nivel, la irrupción que estamos ahora teniendo de dinero de fondos soberanos que van entrando en empresas de todo el mundo”.
El presidente de la Fundación CEDE quiso remarcar que como buenos directivos y líderes “tendríamos que ser conscientes de que el factor más importante del entorno es el factor humano, las personas. Precisamente ahora, cuando la Inteligencia Artificial irrumpe con una fuerza arrolladora, es cuando más atención debemos prestar a otro tipo de inteligencia, que se está olvidando, la Inteligencia Emocional. Creo que estas habilidades tienen que ser la base y el marco que nos permitirá encauzar y controlar el uso de los algoritmos inteligentes en las empresas. En pocas palabras: primero, las personas. Y luego lo demás”.
Fainé explicó que siempre le gusta referirse a los empleados como los verdaderos pilotos de la empresa, ya que son ellos quienes pisan cada día el mercado y quienes están en contacto continuo con la compleja realidad y con los clientes. “Cuando los empleados son y se sienten protagonistas, las funciones básicas del líder consisten en transmitir cuáles son la misión y los valores de la empresa; establecer unos objetivos claros, ambiciosos y realistas; generar un ambiente que propicie la autonomía; y reconocer y valorar con frecuencia el esfuerzo individual y colectivo”.
Este estilo de liderazgo, en opinión de Fainé, se sustenta en cuatro preceptos imprescindibles: Liderar es servir, se lidera con el ejemplo, es imposible ser un verdadero líder cuando tu equipo desconfía de tus intenciones y el liderazgo se tiene que basar en unos valores enfocados a la misión que cada empresa proclame.
Sobre los dos grandes retos sociales que tenemos en nuestros días, para Fainé son el medio ambiente y la desigualdad social. “El problema del cambio climático es cada vez más preocupante, y la verdad es que no vamos por el buen camino a nivel mundial, por mucho que Europa y España estén en la primera línea de la transición energética”.
“Sobresale también el amargo problema de la desigualdad en la distribución de la riqueza entre familias y entre territorios. Es nuestro deber también como directivos comprometidos socialmente hacer lo que esté en nuestras manos para reducir la desigualdad y la pobreza, ayudando a que nadie se quede atrás”.
Como punto final, Fainé remarcó que a los miembros de CEDE “nos mueve la convicción de que en este mundo convulso y en estos mercados complejos e inciertos, los empresarios y directivos estamos llamados a desempeñar una importante y valiosa función social”.